Queda dos profetas de Baal - Gustave Doré
La prostitución sagrada
"Es una práctica creada en las zonas de Mesopotamia y Siria-Palestina y es, quizás, uno de los rituales más estudiados no sólo porque se documentan ejemplos en varios puntos del Mediterráneo, sino también porque existen varias referencias escritas. En el Antiguo Testamento (2 Reyes: 23, 7) y en la obra de Luciano (De Dea Syria 6) se explica que en Biblos había un templo a Venus en el que las mujeres se prostituían con extranjeros en honor a Adonis, mientras que San Agustín (Ciudad de Dios, IV, 10) narra que en la Cartago romana se ofrecía la virginidad de las mujeres a Venus. En época fenicia, la prostitución sagrada se vincula a Astarté y posteriormente a Venus (Bonnet, 1996a; Yamauchi, 1973: 219; Gómez Bellard y Vidal González,
2000: 114). Los lugares en los que se ejercería son varios. En la cueva de Wasta existen grafitos y estatuillas con símbolos de la fertilidad y ligados al culto de Phallus (Beaulie y Mouterde, 1947-48: 6), así como una inscripción en la que se dice que un hombre ofrece una sierva al lugar (Gómez Bellard y Vidal González, 2000: 115). En los templos de Astarté de Kition, de Amatunte y de Paleopaphos también se cree en la
existencia de la prostitución según se desprende de las fuentes escritas y algunas inscripciones (Bonnet, 1996a; Fauth, 1988; Baurain y Destrooprer-Georgiades, 1995:625). En Cartago, según la leyenda de fundación, Elisa se lleva al partir de Chipre ochenta hieródulas destinadas a la prostitución sagrada (Aubet, 1997: 101).
Finalmente, en Erice (Sicilia) se practicaría la prostitución sagrada en tanto que se considera un centro de culto a Astarté y Venus, y porque, según Tucídides (VI, 43, 3-4) y Polibio (I, 55, 79), el templo era famoso por sus riquezas obtenidas mediante tal práctica, hasta tal punto que se difundió en otros puntos de la Península Itálica (Grottanelli, 1981; Bonnet, 1983; Moscati, 1968: 91-94; Gómez Bellard y Vidal González, 2000: 115). Con todo, bajo esta nomenclatura homogénea existen una serie de variantes, como la prostitución permanente de hombres y mujeres al servicio del templo o los casos puntuales de pérdida de virginidad femenina considerados como un rito de paso (Fauth, 1988; Lipinski, 1995: 486- 489).
Las interpretaciones de la prostitución sagrada recogen los principios básicos de la conceptualización tradicional del ritual (véase Cap. 2). Así, las relaciones sexuales al amparo de los templos se definen como rituales dado que no corresponden a la separación occidental entre sexo y religión y que no cuadra en los esquemas de la racionalidad moderna. La separación de los dos aspectos afecta otros aspectos de los estudios sobre la religión fenicio-púnica, como voy a mostrar en otro capítulo al respecto de las terracotas de Illa Plana, Bithia y Neopolis.
Mireia Lopez, 2007: 62-63